AUTORITARISMO PERSISTENTE EN MÉXICO
En México, el recrudecimiento de
las penas, la sofisticación de los métodos de tortura, la imposibilidad de las
autoridades estatales para encontrar responsables ante las violaciones a
derechos humanos y la campaña de simulación emprendida por el gobierno federal
coludido con las principales cadenas de televisión y los gobiernos estatales,
son tan solo algunos indicadores del creciente autoritarismo que ha venido
experimentando la región mesoamericana en las dos últimas décadas. Situación
claramente incompatible con el enfático discurso de las autoridades
electorales y los partidos
políticos para difundir una democracia inexistente.
En tiempos electorales, el
discurso de la simulación aumenta y las campañas publicitarias de los
candidatos contaminan todos los espacios públicos. La desinformación en la
sociedad se traduce en votos para los partidos políticos y obtención de
beneficios durante los siguientes gobiernos para los grandes empresarios; por
otro lado, significa la imposibilidad de generar una conciencia social que
permita a la sociedad civil organizarse, conocer y comprometerse con sus
obligaciones, así como exigir el efectivo cumplimiento de sus derechos.
La violencia que siembra el narcotráfico va pasando de moda,
convirtiéndose en algo común, en el pan de cada día. En su
ensayo “La democracia y las drogas en
América Latina y el Caribe”, Eduardo Gamarra describe detalladamente la
incidencia del narcotráfico en los estados latinoamericanos, problema altamente
difundido en México y lo que resulta más alarmante es que como él mismo
refiere: “ se piensa primero en la seguridad y sólo después en la cuestión de
los derechos civiles básicos…la reforma judicial ha privilegiado los intereses
del Estado en temas penales…”, lo que es una amenaza latente, un autoritarismo
creciente.
El Movimiento Zapatista,
que puso en jaque al gobierno mexicano ante la comunidad internacional y la
llamada Guerra Sucia de los años setentas van quedando en el olvido.
Durante el sexenio de Vicente
Fox, y debido a la insistencia de algunas ONGs en defensa de los intereses de
algunas comunidades afectadas por la Guerra Sucia, se creó la Fiscalía Especial
para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado; la cual fue desaparecida al
finalizar dicho periodo. Los resultados de esa unidad “especializada” dejaron
mucho que desear. Sus objetivos eran la investigación de los delitos ocurridos
en dicha guerrilla, encontrar a los responsables y sancionarlos efectivamente. Desafortunadamente
los factores políticos y la corresponsabilidad de los altos mandos del
ejército, entre otros funcionarios públicos imposibilitaron el cumplimiento de
los objetivos planteados.
Paradójicamente, durante ese
sexenio, y de acuerdo con estadísticas del Colectivo Contra la Tortura y la
Impunidad A.C., el 30% de los casos de tortura registrados fueron perpetrados
por la PFP y el 28% por ciento de los mismos por la PGR. Asimismo, los métodos
de tortura más empleados comprendieron amenazas, golpes, humillación,
deprivación de necesidades fisiológicas, posiciones forzadas, asfixia, y
tortura sexual.
Los estragos de los movimientos
sociales mencionados, siguen viendo sus frutos en esas mismas comunidades que se
quisieron silenciar, e incluso se han presentado situaciones excepcionales que
han generado eco en instancias internacionales como la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. Basta mencionar al Caso Radilla, en cuya sentencia se generó
la rigurosa obligación para todas las autoridades jurisdiccionales mexicanas de
ejercer un Control de la Convencionalidad Ex
Officio, con lo que se dio un giro de trescientos sesenta grados a la forma
de concebir los tratados internacionales, lo cuál repercutió en las reformas
constitucionales de junio de 2011.
Ante la ineptitud y la falta de voluntad
de las autoridades mexicanas se suma el Caso Cabrera García y Montiel Flores vs
México, mejor conocido como el Caso de los Ecologistas, cuya sentencia fue
dictada por la Corte Interamericana en fecha 26 de noviembre de 2010.
Dicha sentencia fue considerada
relevante por el equipo de Última Instancia, en virtud de la responsabilidad
determinada al Estado mexicano por la violación de algunos derechos humanos
reconocidos en la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos y en la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura a dos campesinos
del estado de Guerrero, quienes se dedicaban a la protección de sus bosques,
los cuales eran objeto de explotación por parte de algunas compañías madereras
estadounidenses, coludidas con las autoridades y acaudalados terratenientes de
la región. Dichos campesinos fueron privados de su libertad ilegalmente por más
de dos años, fueron torturados y su estado de salud se vio deteriorado
gravemente. Asimismo, el Juez ad hoc
en este asunto, Eduardo Ferrer Mac Gregor, emitió un voto razonado en el que
nos explica la complementariedad de la jurisdicción de la Corte Interamericana,
evanesciendo la posibilidad de considerar a dicho tribunal como una Cuarta
Instancia.
En este caso podemos analizar la
falta de independencia de las autoridades encargadas de la investigación de los
delitos, así como los privilegios que encarna la subsistencia de fueros, lo
cual se traduce en corrupción e impunidad.
Acompáñanos en este episodio de
última instancia y haznos saber tu opinión, comenta en el blog, e inicia el
debate. El link del episodio es
http://ultimainstancia.podomatic.com/player/web/2012-05-06T16_18_48-07_00.
Alejandro JIMÉNEZ ZÚÑIGA*
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